Durante toda la etapa de educación formal obligatoria, el principal objetivo es inculcar y transmitir una serie de valores y aprendizajes necesarios para el correcto desarrollo de los niños y niñas. Se trata, sobre todo, de fomentar la adquisición de conocimientos y competencias que vayan a ser claves de su futuro crecimiento como individuos. Es por eso que es tan importante que esta etapa de educación transmita los aprendizajes que correspondan de forma holística y transversal a todas las disciplinas. De esta manera, las clases en aula son tan importantes como las actividades extraescolares. Por estas podemos entender tanto excursiones como viajes de grupo, en los que se incluyen sin duda los viajes de fin de curso. Los viajes de fin de curso no son sino una forma de complementar, reforzar y ampliar lo aprendido en el aula.
Es por ello muy importante tener en cuenta que todo viaje de fin de curso ha de tener un componente cultural. No solo como una forma de equilibrar un planing más variado, sino como una parte esencial de la experiencia de fin de curso que los participantes han de vivir. Los viajes de fin de curso culturales no tienen por qué descartar otro tipo de actividades. Teniendo en cuenta cual es el centro de su planing, la organización de estos viajes puede aprovechar este hecho para equilibrar y generar un aprendizaje muy potente. Los viajes de fin de curso culturales tienen además numerosas opciones en cuento a actividades y dinámicas. Con este enfoque los participantes se divierten, disfrutan, descubren nuevos lugares y todo ello desde una perspectiva cultural que en muchas ocasiones les pasa desapercibida. Así, lo cultural se convierte en motor de diversión y es algo motivador.
Los viajes de fin de curso culturales son una de las muchas opciones que existen a la hora de organiza un viaje de fin de curso. Cuentan además con la ventaja de poder realizarse en múltiples destinos. Para descubrir las opciones existentes sobre este y otros tipos de viaje puedes consultar nuestra página web Natuaventura Ocio y Tiempo Libre.
Viajes de fin de curso culturales: un mundo de conexión
Los viajes de fin de curso culturales son una forma inmejorable de conectar y reforzar aprendizajes. No es igual impartir en un aula una clase de conocimiento del medio o de biología, en la que se analiza el funcionamiento de un ecosistema, que pasear y observar ese mismo ecosistema en plena naturaleza. O repasar la historia de un país o una región desde un pupitre, que conocer ese mismo lugar en persona de primera mano. En torno a esta idea se construyen los viajes de fin de curso culturales. El concepto es ampliar el conocimiento que se desarrolla en el aula de manera vivencial y dinámica. Un viaje cultural permite continuar temas y sesiones, transmitir aprendizajes y dinámicas, pero siempre desde una perspectiva basada en la experiencia. Aquello que niño vive de primera mano deja sin duda una huella más profunda que lo que se le transmite desde fuera.
De esta manera, el momento presente del aprendizaje se conecta con el pasado de su origen y con el futuro tanto de lo que espera como de lo que le queda por descubrir al grupo. Los participantes en los viajes de fin de curso culturales cuentan con una red más amplia donde encajar sus aprendizajes. La integración de lo aprendido es mayor y va asociada a unos recuerdos que no perderán nunca. Además, se consigue un cambio en la perspectiva del participante hacia el turismo. Hasta entonces, muchas veces está asociado a un solo tipo de destino o con el único fin de divertirse, donde se engloba tanto el descanso como el ocio. Los viajes de fin de curso culturales logran ampliar esa definición, incluyendo en ella visitas a museos, tours turísticos y recorridos urbanos.
Viajes de fin de curso culturales: multitud de opciones
Esta es precisamente una de las grandes ventajas de los viajes de fin de curso culturales, que ponen a disposición del grupo que viaja una enorme cantidad de opciones con las que organizar su planing. Muchas veces, tenemos la idea de que las actividades culturales están limitadas a los espacios donde se exhibe la cultura. Es decir, a museos o exposiciones. Sin embargo, esta es una idea equivocada. Los viajes de fin de curso culturales se encargan de derribarla. Si bien, visitar museos y exposiciones es una de las actividades que podemos realizar en un viaje de fin de curso de este tipo, no es la única. La cultura permite tematizar numerosas otras actividades y dinámicas. No tiene por qué estar limitada a recorrer un determinado espacio dentro de una ciudad o una región.
Es más, el propio recorrido de una zona de interés turístico aporta un aprendizaje cultural de gran valor. Esta multitud de opciones permite la elaboración de un planing dinámico y variado. La transmisión de la cultura conlleva a jóvenes más preparados, más abiertas de mente y más conscientes de lugar que ocupan en el mundo. Impulsa las ganas de aprender y de desarrollarse en este mundo lleno de información, donde saber es una forma de estar al día, conectado y actualizado. Los viajes de fin de curso culturales ponen a disposición de los alumnos la capacidad de conectar y elaborar un pensamiento complejo, que integre lo aprendido con lo vivido. Es, sin duda, una opción inmejorable para finalizar un año académico.
Viajes de fin de curso culturales y urbanos
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